
“Desde que tengo edad de amar, sueño con hacerle la corte a una mujer sin jamás ceder a las llamadas de mis sentidos. Cuánto habría deseado encontrar una joven virtuosa que me adorase y me obligase a contener mi pasión a la vez. Mas, ¡ay!, las mujeres de este siglo han olvidado el arte de hacer piafar los deseos.“
Así comienza FanFan, libro de Alexander Jardin. Y vaya que es cierto, qué pasó con el romanticismo y las mujeres de nuestra generación. Hoy en día vivimos en la cultura de lo rápido. Todo lo queremos obtener ahora, ya. Llegamos a satisfacer nuestros deseos con demasiada velocidad. ¡Flap, Flap! y luego nos preguntamos qué sigue. Qué pasó con la conquista, con los preliminares, con el juego, con el sueño de que un día nuestra amada sucumbiera ante los embrujos de nuestro amor. Qué pasó con ese período de tiempo en que nuestros corazones palpitaban con más entusiasmo, que nuestra piel se erizaba y nuestros pensamientos solo giraban en torno a ella. Antes nos enfermábamos de amor. Ahora nos enfermamos de lujuria.
Hoy, si uno no va al ritmo de lo supuestamente esperado, cambio y fuera. Que venga el siguiente. “No estoy para ceremonias”, “Que a este tío le falta pasión”. Pero si la conquista es pura pasión. La dificultad hace que el proceso sea más interesante. Lo bueno en frasco pequeño, pues si hay en abundancia nos aburrimos muy rápido y ya no le encontramos sentido al asunto.
Pero algo le ha pasado a las mujeres, se han vuelto como los hombres. Si no vamos rápido al grano, entonces ADIOS. “No tengo tiempo para perder el tiempo contigo”. 1, 2, 3, nos estamos besando. 4, 5, 6 ya estamos en la cama. 7, 8, 9, no eres tú soy yo. 10, Next one please.
¿Acaso no se dan cuenta de que los hombres somos animales de caza por naturaleza?. Y que si nos quitan el ritual de la caza nos sentimos vacuos. Nos convertimos en coleccionistas de trofeos. ¡NOS HACE FALTA EL RITUAL!. Mira esa mina, “La tengo”, y esa otra, “también la tengo”. Es como si coleccionáramos monitos como cuando éramos chicos. “La tengo”, “la tengo”, “la tengo”, “la tengo”.
Y cuál es la actitud que ellas esperan de nosotros. A lo Rhett Butler. Ese hombre que refleja seguridad y autonomía. Ese hombre que las trata como reinas, pero que las siente como prostitutas. Aquel macho, símbolo sexual perfecto que no oculta sus sentimientos, pero que está por sobre los rechazos. Las toma por la cintura y las besa, sin preguntarles nada. “Nena, date con una piedra en el pecho que hoy te pesco a ti. Si no te gusta, hay diez en la fila esperándome”.
Adiós romanticismo. ¡Viva la acción!. Adiós el amor, viva la concupiscencia, Y así, seguimos adelante, solos, con nuestros trofeos a cuesta, soñando con encontrar el verdadero amor.
Love will Tear us Apart