viernes, agosto 04, 2006

De esas cosas que no suelo hacer

Bueno, no soy muy dado a contestar encuestas y menos a publicar mis respuestas pues creo que es un poco pretencioso. Pero como Angel y Demonio me invitó a esto, tengo que comportarme como un verdadero galán y satisfacer sus necesidades.

¿Cuánto tiempo llevas blogueando?
Desde que aparecieron los Blogs que relataban la guerra de Irak. De esa manera me informaba para pasar el filtro que hacían los noticieros.

¿Cómo te enteraste de la existencia de los blogs y te animaste a participar?
Uf, ya ni me acuerdo. Creo que fue por un reportaje que leí en una revista gringa en donde señalaban a estos periodistas que iban posteando sus experiencias en la guerra. Me tomó mucho tiempo animarme a participar. El año pasado, para seguir cultivando mi apariencia de chico posmoderno, decidí tener mi propio Blog y hasta ahí nomás llegué, nunca publique algo. Este año en marzo, Otra bloggera (Atcharya, que ahora se llama Shi-ho) llegó no se como a mi espacio y me dejó un comentario para que me animara a postear y desde entonces no he parado. Por eso, ella pasó a ser mi mamá bloggera. Y vaya como me cuida de los ataques bloggerísticos.

Dime cinco blogs que sigas a diario o con mucha frecuencia.
Bueno, la verdad es que no tengo mucho tiempo para bloggear, por eso soy super selectivo en lo que leo. No son más de 15 los blogs que sigo y entre esos puedo mencionar:

- Partir Con Los Dientes... Los EufemiSmos
- Angel y Demonio
- La vida con Malizia
- El viaje iniciático
- Legally Blonde

¿Eres lector anónimo de algún blog?
No, normalmente comento en todos los blogs que leo.

¿Algunos autores que te despierten especial simpatía?
Vaya, he hecho varios descubrimientos bien interesantes en esto. Veamos, está Angel y Demonio, Anita Artigas, Princesa, Legally Blonde, Shi-ho, Malizia e Invisible Soledad.

¿Qué blogs consideras de mayor calidad?
Es difícil esto pues hay algunos que destacan por su gráfica y otros por sus contenidos. Normalmente no engancho mucho con los que publican poemas, pero debo destacar “Encendida en Buenos Aires” por el diseño y la gráfica. Para mí uno de los más íntegros en cuanto a contenidos es “La vida con Malizia”, quien interpreta la definición de blog pués podemos ver a diario lo que ocurre en su vida. “Partir Con Los Dientes... Los EufemiSmos” también me intriga mucho por la forma extraña que tiene su autora para escribir. Bueno “Zancada” es de los puntos altos en cuanto a calidad y contenido. También es re bueno “La buena vida”, pues me entero de lo mejor de los bares y restaurantes de Santiago.

¿Con qué cinco blogueros te irías de borrachera?
Bueh, creo que lo pasaría muy bien con Angel y Demonio, Invisible Soledad, Princesa, Anita Artigas, Malizia y Shi-ho. Sería un grupo memorable y de alto aprendizaje.

¿Con qué tres blogueros pasarías una noche de locura sexual?
Lamentablemente, soy de los tíos que para una noche de locura sexual, selecciono a las mujeres por la vista. Si, una respuesta banal, pero que querían para una pregunta así.

¿Te has enamorado alguna vez de un bloguero?
Osea, normalmente me enamoro de mujeres. Y hasta el momento, ninguna de ellas ha sido bloggera.

¿Has conocido a alguno más allá del teclado?
No, y debo admitir que me da cierto temor a perder la magia de la imaginación, de las proyecciones mentales. Pero eso puede cambiar en cualquier momento

¿Estas satisfecho con tu blog?
No, me encantaría postear más. Se me cuzan muchas ideas por mi cabeza pero no tengo tiempo de ponerlas en el teclado. Además, no entiendo por qué mis post solamente lo comentan mujeres. Parece que hay mucho jote rondando este mundo.

Elije a entre tres y cinco blogueros para que contesten a estas preguntas en sus blogs ...

Uf, demosle la lata solo a tres. Veamos

- Princesa
- Shi-ho
- Anita

Muy Latero?

martes, agosto 01, 2006

El Regalo

En la semana que estuve retirado de las pistas (ver post anterior) me encontré con gran alegria con este cuento de Lou Reed. Hace muuucho tiempo me llegó a mis manos por casualidad, cuando una novia mía se había ido a estudiar a España y yo me quedaba por acá llorándola. Recuerdo que pasaba días ingeniándomela para encontrar una idea que la sorprendiera y así no se olvidara nunca de mí. Por eso es que me hizo mucho sentido cuando lo lei. Así que se los dejo para que se inspiren. Deben leerlo escuchando el excelente tema de Albert Pla que está al final. Enjoy!

Por Lou Reed

Waldo Jeffers había llegado a su límite. Corría mediados de agosto, lo cual significaba que había estado separado de Marsha por más de dos meses. Dos meses, y todo lo que tenía eran tres cartas con las puntas dobladas y dos llamadas de larga distancia muy caras. Conforme a la verdad, cuando la escuela terminó y ella regresó a Wisconsin y él a Locust, Pensilvania, ella le juró mantener cierta fidelidad. Ella tendría citas ocasionales, pero sólo por diversión. Seguiría siendo fiel.

Pero últimamente Waldo había comenzado a preocuparse. Tenía dificultad para dormir por la noche, y cuando lo hacía, tenía sueños horribles. Permanecía despierto, moviéndose de un lado a otro bajo su colcha plisada, conteniendo las lágrimas mientras se imaginaba a Marsha sucumbiendo a sus juramentos a cambio de licor y el suave sedante de algún macho, finalmente rindiéndose a la caricia final del olvido sexual. Era más de lo que la mente humana podía soportar.

Las visiones de la infidelidad de Marsha lo perseguían. Las fantasías diurnas de abandono sexual impregnaban sus pensamientos, y es que “ellos” no comprenderían cómo era ella realmente. Solo él, Waldo, lo entendía. El Había captado intuitivamente cada rincón y hendidura de su psiquis. La había hecho sonreír, pero ella lo necesitaba, y él no estaba ahí. (Ahh...)

La idea le vino a la mente el jueves antes de que se programara el desfile de máscaras. Acababa de cortar y poner en forma los bordes del jardín de los Edison por un dólar con cincuenta centavos y luego revisó el buzón para ver si había al menos una palabra de Marsha. No había nada salvo una circular de la Amalgamated Aluminium Company of America averiguando sobre sus necesidades de marquesina. Al menos ellos se daban la molestia de escribir. Era una firma de Nueva York. Se podía ir a cualquier parte a través del correo.

Entonces tuvo una idea. Es verdad que no tenía suficiente dinero para viajar a Wisconsin en la forma convencional, pero ¿por qué no despacharse a sí mismo por correo?. Era algo absurdamente simple. El se enviaría a sí mismo, como una encomienda especial. Al día siguiente Waldo se dirigió al supermercado a comprar el equipo necesario. Compró cinta adhesiva, una corchetera, y una caja de cartón de tamaño mediano, precisa para una persona de su contextura. Estimó que con un mínimo de empujones, podría viajar muy confortablemente. Algunos orificios para ventilación, un poco de agua, tal vez algunos bocadillos para la medianoche, y eso probablemente sería tan bueno como viajar de turista.

La tarde del viernes, Waldo estaba listo. Estaba perfectamente embalado y el correo había accedido a recogerlo a las tres en punto. Había marcado el paquete con la palabra “frágil” y cuando se sentó acurrucado en el interior, sobre el acolchado de espuma que había incluído cuidadosamente, intentó imaginar la expresión de espanto y felicidad en el rostro de Marsha cuando abriera la puerta, viera el paquete, diera la propina al repartidor y luego lo abriera para ver a su Waldo finalmente en persona. Ella lo besaría y luego tal vez podrían ver una película. Si tan sólo se le hubiera ocurrido antes. De repente, unas manos rudas tomaron el paquete, y él sintió que lo levantaban. Lo dejaron caer de golpe en un camión y partió.

· · ·

Marsha Bronson recién había terminado de arreglarse el cabello. Había sido un fin de semana muy agitado. Debía acordarse de no beber en esa forma. Aunque Bill se había mostrado gentil al respecto. Después de terminar, él había dicho que todavía la respetaba. Después de todo, se dio el curso natural de las cosas, y aún cuando no la amaba, si sentía afecto por ella. Y después de todo, ellos eran adultos. Oh, cuánto que Bill podría enseñar a Waldo. Pero eso parecía haber sido hace muchos años.

Sheila Klein, su mejor amiga, cruzó la puerta del porche y entró a la cocina.

- Por Dios, afuera hay un ambiente absolutamente sentimental.

- Sé a lo que te refieres. Me siento completamente sentimental - Marsha apretó el cinturón de su vestido de algodón con borde exterior de seda. Sheila recorrió con su dedo algunos granos salados sobre la mesa de la cocina, lamió sus dedos e hizo una mueca.

- Se supone que debería estar tomando estas píldoras saladas, pero - arrugó la nariz - me producen náuseas.

Marsha comenzó a darse palmaditas bajo el mentón, un ejercicio que había visto en la televisión.

- Por Dios, ni siquiera lo menciones- se levantó de la mesa y fue al lavaplatos, donde tomó una botella de vitaminas de color rosa y azul - ¿quieres una?, supuestamente son mejores que el bistec - y luego trató de tocarse las rodillas -. No creo que vuelva a tocar un daiquiri de nuevo - se dio por vencida y se sentó, esta vez más cerca de una mesa pequeña donde estaba el teléfono-. Tal vez Bill llame - dijo mientras Sheila la miraba.

Sheila se mordisqueaba la cutícula.

- Después de anoche, pensé que tal vez no lo querrías ver más.

- Sé lo que quieres decir. Dios, era como un pulpo, ¡con sus manos por todas partes! - gesticuló levantando sus brazos en defensa -. La verdad es que, luego de un rato, te cansas de luchar con él, y después de todo no hice realmente nada el viernes ni el sábado, así que en cierto modo se la debía, tú sabes a lo que me refiero. Comenzó a rascarse. Sheila reía tontamente con su mano sobre la boca.

- Te digo, me sentí igual que tú e incluso después, después de un tiempo... - aquí ella se inclinó hacia adelante para susurrarle - yo quería hacerlo.

Ahora ella reía a carcajadas. Fue en ese punto que el señor Jameson, de la Clarence Darrow Post Office, tocó el timbre de la gran casa de madera revestida con estuco. Cuando Marsha Bronson abrió la puerta, él le ayudó a entrar el paquete. Luego hizo que le firmaran sus papeletas amarilla y azul, y se fue con una propina de quince centavos que Marsha había sacado del pequeño monedero beige de su madre que estaba en el cuarto de trabajo.

- ¿Qué crees que es? - preguntó Sheila.

Marsha permanecía con sus brazos doblados detrás de su espalda. Miró fijamente la caja café que estaba en el medio del living.

- No lo sé.

Dentro del paquete, Waldo temblaba con emoción mientras escuchaba las voces apagadas. Sheila pasó su uña sobre la cinta adhesiva que bajaba por el centro de la caja de cartón.

- ¿Por qué no miras el remitente y ves quién la envía?

Waldo sintió latir su corazón. Podía sentir la vibración de sus pasos. Sería dentro de poco.

Marsha caminó alrededor de la caja y leyó la etiqueta escrita con tinta.

- Dios, ¡es de Waldo!

- Ese idiota - dijo Sheila.

Waldo temblaba de expectación.

- Bueno, podrías abrirla - dijo Sheila, y ambas trataron de levantar la tapa asegurada con corchetes.

- Oaah - gimió Marsha -. Debe haberle puesto clavos.

Volvieron a intentar abrir la tapa.

- Dios, necesitas un taladro para abrir esta cosa - tiraron nuevamente - no hay manera de tomarla.

Ambas estaban inmóviles, respirando agitadamente.

- ¿Por qué no traes unas tijeras? - dijo Sheila.

Marsha corrió a la cocina, pero sólo encontró unas pequeñas tijeras de costura. Luego recordó que su padre mantenía una colección de herramientas en el sótano. Bajó corriendo las escaleras, y cuando volvió, tenía en su mano unas grandes tijeras para cortar metal.

- Esto es lo mejor que pude hallar.

Estaba casi sin aliento.

- Aquí, hazlo tú por que creo que me voy a morir - dijo después, se hundió en su mullido y gran sofá y exhaló ruidosamente.

Sheila trató de hacer una rajadura entre la cinta adhesiva y el extremo de la tapa de cartón, pero la hoja de las tijeras era muy grande y no había suficiente espacio.

- Maldita cosa - dijo muy irritada.

Luego, con una sonrisa:

- Tengo una idea.

-¿Cuál? - preguntó Marsha.

- Simplemente observa - respondió Sheila, tocando con un dedo su cabeza.

Dentro del paquete, Waldo estaba tan paralizado de emoción, que apenas podía respirar. Sentía su piel llena de púas por el calor y podía sentir el corazón latir en su garganta. Sería pronto.

Sheila se paró erguida y caminó hasta el otro lado. Luego se puso en cuclillas y agarró las tijeras con ambas manos, respiró profundamente y las hundió en e medio del paquete, atravesando la cinta adhesiva, la caja, el acolchado y el centro preciso de la cabeza de Jeffers, por donde pulsaron suavemente pequeños arcos rítmicos de sangre bajo el sol matinal.



El Lado Más Bestia de la Vida

Amigdalitis, Agggg


Sip, ya estoy de vuelta a la vida. La semana pasada fue una semana como las pelotas. Estuve toda la semana en cama con Amigdalitis. Me sentía pésimo, me dolía la cabeza y casi no podía hablar. Además, los antibióticos me destrozaron el estómago. Lo peor de todo es que como vivo solo, se me hacía un mundo levantarme para hacerme las comidas. Por suerte mis papás todavía me quieren y me pasaron a dejar algunas cosas un par de veces. Es sobretodo en estas ocasiones que añoro tener una mujer a mi lado que me cuide y me compadezca.

Esta semana tengo un cerro de pega acumulada. En mi oficina no me hecharon mucho de menos, lo que no es nada bueno. Aunque de partida llegué a poner orden en las cosas. Todavia me queda tos y me sueno cada 10 minutos, lo que no contribuye en nada a reparar mis ya hiper dañadas fosas nazales y a hacer un poco más facil el trabajo. En los ratos que me queden, espero ponerme al día con el Blog, que lo he dejado de lado por 10 días.

Ayer, en un esfuerzo sobrehumano, fui al gimnasio para reponer mi pobre estado físico, cosa que repetiré todos los días de esta semana para volver a estar al 100% lo antes posible. Además, este jueves no me pierdo por nada del mundo una salida al Catedral a hacer algo de vida social. Necesito tirar la talla un buen rato.